Un día viví la impresión que provoca el espectáculo de ver y oír a pocos metros de donde se producía cómo se desprenden los trozos de hielo de ese prodigio de la naturaleza que es el glaciar Perito Moreno, en la Patagonia argentina.
Otro día, unos años antes, escuché y vi un fenómeno sobrecogedor en una de las paredes del Broad Peak, en el Karakorum paquistaní. Una avalancha de nieve en una pared vertical de unos 1.000 metros de la que fui espectador a un par de kilómetros de donde se producía.
Dos hechos conmovedores que desencadenan emociones diferentes: enternecedor el primero, el del Perito Moreno; inquietante la segunda, la avalancha en el Broad.
Mi amigo Alberto Iñurrategi, de quien he hablado en alguna otra ocasión en este blog, acaba de vivir el dramatismo que se contiene en una avalancha, no cuando se ve, en la distancia, cómodamente sentado, sino sufriéndola en la propia cabeza cuando toneladas de nieve entierran la frágil tienda de campaña en la que se disponía a descansar con Mikel Zabalza y Juan Vallejo, sus compañeros de cordada, a unos 7.200 metros de altura, en el Everest. Sucedió la madrugada del sábado 26. A la hora en que otros celebrábamos, con vino y tapas, el estreno de la película “Zorion Perfektua” en el Festival de Cine de San Sebastián.
Los tres montañeros están en el Everest ante un reto impresionante: tratan de alcanzar la cumbre por su vía norte después de superar el corredor Hornbein. Y lo hacen los tres solos, en estilo alpino, lo que implica que no hay cuerdas fijas, que no hay porteadores de altura, que, por supuesto, no hay oxígeno artificial.
Superado en la seguridad del campo base el mal trago de la avalancha y si el tiempo les da una tregua, esta misma semana volverán a intentarlo. Tendrá que ser pronto, porque el monzón amenaza con aparecer.
El reto de Alberto y sus compañeros se entiende mejor con algunos datos:
- La cima del Everest registra 4.111 ascensiones.
- De todas esas ascensiones, sólo 152 se han hecho sin el uso de oxígeno artificial.
- De esas 4.111 ascensiones, sólo 133 se han realizado por una vía diferente a la del Collado Sur.
- A través del corredor Hornbein siete personas han alcanzado la cima. De ellas, sólo dos lo han hecho sin oxígeno artificial: los suizos Loretan y Troillet, en 1986
- En el estilo alpino de Alberto, Juan y Mikel hasta la cima del Everest sólo se ha ascendido dos veces: los antes mencionados suizos y Reinhold Messner en 1980.
Las expediciones comerciales, los records absurdos que algunos tratan de conseguir en esta montaña para rentabilizarlos comercialmente, han hecho mucho para desmitificar el techo del mundo, para vulgarizar el Everest.
Alberto, Juan y Mikel tratan de ayudar a devolver su dignidad a la montaña y lo hacen del modo más natural: demostrando que el Everest contiene aún mucho alpinismo. Prefieren decirlo así, aunque a casi todos los demás nos parezca, cuanto menos, un desafío colosal.
En vísperas de salir hacia Nepal, al presentar esta expedición, Alberto Iñurrategi reclamaba no sólo la dignidad de la montaña, sino también de los montañeros. Copio sus palabras: “En este regreso al Everest queremos reivindicar un alpinismo ético y responsable. Hemos tenido que denunciar la prostitución del himalayismo, que desgraciadamente hemos constatado en nuestras últimas expediciones, con abandono de las posiciones mínimamente éticas que nos reafirman en la necesidad de comprometerse con un modo socialmente responsable de hacer las cosas, también en la montaña”.
¡Quién no suscribe esta reflexión! Los partes meteorológicos en ese lugar del mundo, accesibles por Internet, hay que saber interpretarlos para tratar de entenderlos. Ellos van a analizarlos hasta el último detalle antes de retomar la vía del Hornbein hacia la cumbre. Y si no lo hacen, poco importa; nos queda su ejemplo ético, la reivindicación de una montaña y de un estilo respetuoso de enfrentarse a los retos que contiene.
Otro día, unos años antes, escuché y vi un fenómeno sobrecogedor en una de las paredes del Broad Peak, en el Karakorum paquistaní. Una avalancha de nieve en una pared vertical de unos 1.000 metros de la que fui espectador a un par de kilómetros de donde se producía.
Dos hechos conmovedores que desencadenan emociones diferentes: enternecedor el primero, el del Perito Moreno; inquietante la segunda, la avalancha en el Broad.
Mi amigo Alberto Iñurrategi, de quien he hablado en alguna otra ocasión en este blog, acaba de vivir el dramatismo que se contiene en una avalancha, no cuando se ve, en la distancia, cómodamente sentado, sino sufriéndola en la propia cabeza cuando toneladas de nieve entierran la frágil tienda de campaña en la que se disponía a descansar con Mikel Zabalza y Juan Vallejo, sus compañeros de cordada, a unos 7.200 metros de altura, en el Everest. Sucedió la madrugada del sábado 26. A la hora en que otros celebrábamos, con vino y tapas, el estreno de la película “Zorion Perfektua” en el Festival de Cine de San Sebastián.
Los tres montañeros están en el Everest ante un reto impresionante: tratan de alcanzar la cumbre por su vía norte después de superar el corredor Hornbein. Y lo hacen los tres solos, en estilo alpino, lo que implica que no hay cuerdas fijas, que no hay porteadores de altura, que, por supuesto, no hay oxígeno artificial.
Superado en la seguridad del campo base el mal trago de la avalancha y si el tiempo les da una tregua, esta misma semana volverán a intentarlo. Tendrá que ser pronto, porque el monzón amenaza con aparecer.
El reto de Alberto y sus compañeros se entiende mejor con algunos datos:
- La cima del Everest registra 4.111 ascensiones.
- De todas esas ascensiones, sólo 152 se han hecho sin el uso de oxígeno artificial.
- De esas 4.111 ascensiones, sólo 133 se han realizado por una vía diferente a la del Collado Sur.
- A través del corredor Hornbein siete personas han alcanzado la cima. De ellas, sólo dos lo han hecho sin oxígeno artificial: los suizos Loretan y Troillet, en 1986
- En el estilo alpino de Alberto, Juan y Mikel hasta la cima del Everest sólo se ha ascendido dos veces: los antes mencionados suizos y Reinhold Messner en 1980.
Las expediciones comerciales, los records absurdos que algunos tratan de conseguir en esta montaña para rentabilizarlos comercialmente, han hecho mucho para desmitificar el techo del mundo, para vulgarizar el Everest.
Alberto, Juan y Mikel tratan de ayudar a devolver su dignidad a la montaña y lo hacen del modo más natural: demostrando que el Everest contiene aún mucho alpinismo. Prefieren decirlo así, aunque a casi todos los demás nos parezca, cuanto menos, un desafío colosal.
En vísperas de salir hacia Nepal, al presentar esta expedición, Alberto Iñurrategi reclamaba no sólo la dignidad de la montaña, sino también de los montañeros. Copio sus palabras: “En este regreso al Everest queremos reivindicar un alpinismo ético y responsable. Hemos tenido que denunciar la prostitución del himalayismo, que desgraciadamente hemos constatado en nuestras últimas expediciones, con abandono de las posiciones mínimamente éticas que nos reafirman en la necesidad de comprometerse con un modo socialmente responsable de hacer las cosas, también en la montaña”.
¡Quién no suscribe esta reflexión! Los partes meteorológicos en ese lugar del mundo, accesibles por Internet, hay que saber interpretarlos para tratar de entenderlos. Ellos van a analizarlos hasta el último detalle antes de retomar la vía del Hornbein hacia la cumbre. Y si no lo hacen, poco importa; nos queda su ejemplo ético, la reivindicación de una montaña y de un estilo respetuoso de enfrentarse a los retos que contiene.
POSTAL ENVIADA POR ALBERTO IÑURRATEGI DESDE EL EVEREST RECIBIDA EL 29/09/09


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