viernes, 15 de marzo de 2013

EUROPA IMPOSIBLE

Que me duele Europa, parafraseando la amarga queja de Unamuno (“Me duele España”, dijo el rector de Salamanca) es algo que expresa e implícitamente vengo repitiendo en este espacio de reflexión.

Desde que tengo conciencia ciudadana me he esforzado por pensar Europa, por pensar en europeo al menos. Hoy dudo si ese planteamiento es invención, si es ilusión, si será ficción.

Esta semana ha ingresado en prisión Chris Huhne, un ex ministro británico liberal que hace 10 años mintió a la policía que le acusaba de haber cometido el delito de conducir a 111 km./hora en un tramo en que la velocidad estaba limitada a 80. Su mujer dijo entonces que era ella la que conducía hasta que, abandonada por Huhne, se desdijo.

Hace un mes dimitió la ministra alemana de Educación y Ciencia, Annette Schaven por plagio en su tesis doctoral redactada hace 33 años. La universidad de Düsseldorf invalidó su título de doctora por incluir en el texto “de forma sistemática y premeditada” un trabajo intelectual que no era suyo.

Llueve sobre mojado en Alemania. Hace ahora exactamente dos años tuvo que dimitir otro ministro de Merkel, de difícil apellido, el titular de Defensa, acusado de plagio en la tesis con la que obtuvo un doctorado en Derecho del que también fue despojado. Ministra de Educación y ministro de Defensa eran, cada uno en su momento, los mejor valorados del Gobierno.

Preguntada la opinión pública de Gran Bretaña, apoya muy mayoritariamente el encarcelamiento del ex ministro mentiroso. La opinión pública de Alemania también se manifiesta a favor de la dimisión de sus ministros copiones.

Hoy no es cosa de hablar aquí de derrumbe de la economía, de incremento galopante de la deuda pública ni del más grave de todos los indicadores: la insoportable tasa de paro. El abismo creciente que se ha abierto entre la Europa del bienestar y la Europa del subsidio nos lleva a pensar el proyecto europeo en términos de quimera.

Pero es que tampoco será posible construir una Europa común entre sociedades con comportamientos como los apuntados en Gran Bretaña y Alemania, con una sociedad como la nuestra donde nadie dimite, donde eludir la prisión es uno de los deportes mejor valorados; donde embusteros y fulleros ganan elecciones y lo hacen con mayoría absoluta si sus delitos son suficientemente graves.

Tampoco es cosa de arrogarse la exclusiva de estas conductas; cierto. Siempre nos quedará Berlusconi, el gran evasor de la justicia; o los taxistas ciegos de Grecia para consolarnos. Para constatar que no estamos solos en el disimulo y en el engaño siempre presentes en la cultura de la subvención y el clientelismo tan arraigados al sur del continente.

Con actitudes ante la vida tan dispares es muy difícil compartir un proyecto común. En poco se corresponden los valores que rigen en sociedades del norte europeo con los que tenemos en el sur.

Personalmente, encuentro argumentos con los que rebatir la insoportable presión alemana sobre las economías periféricas porque creo de verdad que tiene por principal objetivo garantizar la restitución a sus bancos del dinero que alegremente prestaron en otro tiempo. Por poner un ejemplo.

Solo en una radical disimilitud cultural podrían aparecer las razones que expliquen la visión tan diferente que tenemos con Gran Bretaña en cuanto a su ex ministro mentiroso o con Alemania en relación con sus ministros copiones. Hoy, siento mi pensamiento europeo como un oxímoron; imposible. Como dicen que dijo el gran Pío Baroja (aunque hay quien lo niega con bastante autoridad; no lo sé) del pensamiento navarro: imposible.


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