viernes, 29 de diciembre de 2017

TIEMPO


La batería del móvil dura más; la alegría de la cuenta corriente es más breve. Son cosas de la jubilación: se pierden relaciones y dinero; se gana tiempo. Decía un multimillonario mexicano que el dinero va y viene mientras que el tiempo solo va: por eso vale más. Dice mi mujer que esa es la visión de las cosas de quienes tienen (mucho) dinero. Seguramente está en lo cierto.

Lo del tiempo en la jubilación es una realidad. Normalmente no tengo prisa para acabar de ducharme en el gimnasio. Y puedo leer y escuchar música durante horas, distracción que me empeño en simultanear y a la que por el momento solo pongo un pero: se es menos exigente, menos selectivo, por lo que aumenta la proporción de libros absolutamente prescindibles que pasan por mis manos.

Y aunque me gustaría, no soy aún capaz de reaccionar como cuenta el editor y crítico Manuel Rodríguez Rivero que hizo con “Eva”, la novela de Pérez Reverte (en verdad no nombra la obra ni a su autor, pero sé que se trata de ellos): mandarla volando al cajón de desechables. La razón, justificadísima por las frases lapidarias que trufan la novela: “sofisticada y vulgar al mismo tiempo, sus rotundos senos rozaban el mantel” y una pretendida escena erótica que, en verdad, resulta penosa: “un sexo de vello rizado, negro, espeso y, en ese momento, adecuadamente húmedo”.

Tengo que aprender a prescindir de lo que no me interese y nada me aporte. Y a decir que no cuando es que no. Propósitos para el inminente año nuevo.

Este 2017 literario me ha dejado una novela hermosa: “Berta Isla”, de Javier Marías, otro pequeño prodigio de este extraordinario escritor e insoportable personaje, que puede permitirse ser pedante y que a lo largo de esta obra, que muchos reconocen como la más importante de la literatura en castellano del año que acaba, alcanza un nivel superlativo de pedantería.

¿Nada más en 2017? Otra novela, en las antípodas de la de Marías, con un ritmo 
impresionante, de un escritor argentino al que no conocía, Pedro Mairal, quien firma “La uruguaya”. La narración reposada en tercera persona de “Berta Isla” es narración vibrante en primera persona de “La uruguaya”. No son para nada comparables pero sí igualmente recomendables.

Para tanto tiempo disponible dos novelas no son, en verdad, un gran bagaje. He tenido ocasión de volver a algunos clásicos y de prestar atención a lecturas a las que no se la presté adecuadamente en su momento, hace ya cuatro años. Es el caso de “Martutene”, de Ramón Saizarbitoria, que me deslumbró en primavera y en la que reconozco la novela más importante de la narrativa vasca. Una obra en la que pueden encontrarse reminiscencias de ese Javier Marías antes mencionado o, al menos, he creído advertirlas en la peripecia vital de las dos parejas que la protagonizan.

Con tiempo se puede dedicar también más atención a las series televisivas, cada vez mejores. Y de la inabarcable oferta, este 2017 me quedo con una de sello europeo: “Babylon Berlin”, un relato histórico policíaco que retrata la capital alemana en las vísperas de la llegada del nazismo. Son 16 capítulos, apenas 12 horas de una entrega que en verdad vale la pena.

Y hablando de series, de televisión, quiero apuntar a un fenómeno social limitado a Euskadi, sí, pero un auténtico fenómeno: el que ha provocado “Go!azen”, la serie en euskera que no tiene precedentes como fenómeno de masas preadolescentes e infantiles, familiares en suma, y que trasciende la televisión para abarrotar teatros, agotar ediciones de discos y triunfar como producto de merchandising. Todo eso a pesar del silencio, ignoro si interesado o inconsciente, de los medios de comunicación.

Los medios. No puedo acabar el año sin una referencia al fin del fin de la inocencia que aún me había empeñado en atribuir a los medios de comunicación. Es duro reconocerlo pero la larga y grave crisis catalana ha acabado de desnudar al mal vestido ejercicio periodístico en España, que hoy da pena. Una reflexión irónica refleja mejor que un profundo ensayo la situación a la que hemos llegado: “llevaba media hora leyendo ‘La Razón’ cuando me di cuenta de que era ‘El País’”.


Feliz 2018.

1 comentario:

  1. Con la llegada de Fernando y de Mario cabía esperar lo peor.

    ResponderEliminar