Entretengo los últimos días del año, ante las hojas en
blanco de la agenda del que vendrá, en repasar, día a día, el que dejamos
atrás. Siempre hay alguna idea que aprovechar, alguna deuda que saldar. Al
llegar al abril pasado, una anotación me ha atravesado como una puñalada: en
aquellos días murió mi amigo Imanol Elorriaga.
Ni una palabra por mi parte; pocas, muy pocas por parte de otros. Escribí en la agenda: hay una cosa peor que morir; morir en vacaciones. Imanol murió accidentalmente en la Semana Santa y quiero pensar que muchos, como yo, viajábamos por aquellos días.
¿Qué quien era Imanol Elorriaga? Persona central del empresariado vasco en los
últimos dos decenios del pasado siglo, tuve la fortuna de conocerle y colaborar
estrechamente con él, cuando era Presidente de la Cámara de Comercio de
Gipuzkoa. Una contradicción aparente: un ciudadano vizcaíno presidiendo una
notable institución guipuzcoana.
Elorriaga era primer ejecutivo y principal accionista de
Niessen, empresa radicada en Oiartzun, condición que le abrió las puertas de la
Cámara. Pero era, sobre todo, una persona dispuesta a dejarse la piel por
resaltar lo mucho que nos unía a guipuzcoanos y vizcaínos por encima de lo que
pudiera separarnos, incluidas diferencias en materia futbolística. Era, cómo decirlo, un ciudadano vasco.
Puso el nombre de Niessen en la camiseta de la Real y pagó
satisfecho el peaje del patrocinio sin dejar de ser seguidor leal del Athletic.
Cuando, preocupado por el nivel de encrespamiento que alcanzaba una
confrontación Donostia-Bilbao que juzgaba artificial e interesada y amenazaba
con ser incontrolable, promovió una confraternización de las dos sociedades que
en buena mediada, además de animar, financió.
Compartimos hermosas experiencias vitales, entre las que
recuerdo ahora una tarde en el Bolshoi de Moscú, ante una representación de La
Traviata o un mediodía en su casa de Sopelana ante una caja de Vega Sicilia Único reserva especial de
1970. Guardo para mí otros recuerdos, producto de su naturaleza confiada y
participativa.
Muy tarde ahora, aunque aún en los límites de este 2011 en
el que dejó de ser, necesitaba reivindicar a Imanol Elorriaga. Decía Céline, el
controvertido escritor francés de quien en este año hemos conmemorado el medio
siglo de su fallecimiento, que “cuando no se tiene imaginación, morir es poca
cosa; cuando se tiene, morir es demasiado”.
Vaya desde aquí el recuerdo a ese imaginativo, creativo y
emprendedor ciudadano vasco que fue Imanol Elorriaga.


Xabier, no sabes como te agradezco este comentario en el ultimo día de ese fatidico año. Agradezco sobre todo, el énfasis que tu haces de su faceta empresarial.
ResponderEliminarYo como hija le hecho de menos todos los días, pero creo que en el ambito empresarial hemos perdido alguien que podría poner algo de luz en estos días de negro futuro economico.
No tuve el placer de conocer a Elorriaga. Intuyo que era uno de esos héroes anónimos para el gran público. No salen en los periódicos como los deportistas famosos pero su contribución hacia el País hace que sean indispensables cara al futuro de la sociedad vasca.
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