martes, 31 de enero de 2012

EUROPA VS. BRITÁNICOS

Hoy no seré original y no lo seré desde la primera reflexión: me duele Europa. Nada que ver con el pensamiento de Unamuno aunque adapto y adultero una de sus más célebres expresiones.

Estoy, como la mayoría de mis conciudadanos, confundido con Europa y preocupado por la preeminencia total del poder económico sobre todos los principios y valores en los que siempre he creído. Alguna vez he mencionado aquí mi vocación europeísta que pienso he sentido siempre y que como nunca se me puso de manifiesto en la adolescencia, un lluvioso domingo de abril de 1968.

Era, lo recuerdo, Aberri Eguna. En la desierta ciudad de San Sebastián tomada por las fuerzas policiales franquistas que patrullaban en jeeps, tanquetas y unos impresionantes caballos no había lugar para el optimismo. Asomarse a la calle constituía un desafío, casi una heroicidad. Me sentí un poco héroe acompañando a mi padre en un tramo de apenas 80 metros en la calle Andia, cerca ya de la playa de La Concha.

El desafío se expresaba en una frase que los días previos a ese domingo de Pascua circuló profusamente: Euskadi libre en una Europa unida. La policía arrancaba con rabia de las paredes las hojas en ellas pegadas que hablaban de Europa y de libertad. Abril del 68; los sucesos de un mes más tarde en Paris hicieron el resto. Yo era ya un europeísta que no ha dejado de serlo.

Pero hay que ser, lo reconozco, optimista hasta la enfermedad para seguir creyendo en la Europa que unos líderes visionarios han ido haciendo posible pese a que no ha acompañado el desarrollo institucional que sería exigible a una realidad tan poderosa como podría ser Europa. La crisis económica, que va a por su quinto año sin que se adivine aún cuando podrá superarse, ha sido los últimos dos años, sobre todo, la crisis del euro.

Vengo sosteniendo que la situación requiere de la política; que es el momento (viene siéndolo hace muchos meses, pero como no llega su lugar sigue libre) de la política. Y me ha alegrado la coincidencia con uno de los analistas más solventes a los que tengo acceso: Timothy Garton Ash, a quien esta misma mañana leía en las páginas de “El País” un artículo titulado “El miedo ha salvado quizá el euro”.

 “Si los mercados se mueven por percepciones y emociones, también lo hacen las democracias. Los primeros dependen de las de unos cuantos, y las segundas, de las de muchos. Y los sentimientos en Europa son muy negativos. Lean los periódicos, vean la televisión, observen las encuestas de opinión, sigan los debates en los Parlamentos nacionales, vean las manifestaciones en las calles: encontrarán pocas muestras de lo que Merkel llamó el otro día “la felicidad de poder construir cosas juntos’”, escribía Garton Ash.

Su articulo termina con la reivindicación de una política de la esperanza frente a la política del miedo, una necesidad que comparto plenamente.

Necesitamos hacer Europa. Esto es política y no biología. Las estructuras no van a surgir por generación espontánea y habrá que empezar por superar los resentimientos que la crisis provoca. El mismo Garton Ash, en el artículo de hoy, se refería a los resentimientos entre naciones: “los griegos contra los alemanes y los alemanes contra los griegos; los europeos del norte contra los del sur; los británicos contra casi todos y casi todos contra los británicos”.

Y aquí sí, hablamos de Gran Bretaña y asumo la parte de culpa que me corresponda en las dudas alrededor del proyecto Europa. La posición británica me ofende y cabrea. Incómodos por el canal que les separa del continente se sienten más próximos a los Estados Unidos por el océano que les une. (Bueno, alguien podría decirme y no le faltaría razón que los británicos hacen precisamente eso que yo reivindico para Europa: política; pero es política en sentido contrario, no sé si me explico). El egoísmo británico es inaceptable y el desprecio que manifiestan hacia los demás europeos sólo es comparable al que tienen entre sí.

Mi mejor amigo tenía intención de cambiar pronto de coche y estaba loco por uno de producción, precisamente, británica. Me dice en una nota que se lo pensará y acompaña la nota con un recorte de prensa en el que Jonathan Freedland, de “The Guardian”, hace una semblanza de la imagen europea del británico: “No podemos quejarnos de que nuestros colegas europeos piensen que estamos obsesionados con las clases sociales. ¿Qué mensaje creemos que estamos enviando cuando nuestra principal exportación cultural de 2011 fue Downton Abbey, una serie que trata exclusivamente de las complejidades del sistema de clases y que da la impresión de añorar las ideas eduardianas de jerarquía? Por desgracia, no es ningún mito extranjero el hecho de que, en Gran Bretaña, la forma de hablar y la escuela en la que se ha estudiado siguen siendo muy importantes”.

Confieso que la serie me ha atraído. La he visto de la A a la Z. En cuanto a mi amigo y su futuro coche, no sé qué aconsejarle.

2 comentarios:

  1. Pues aconséjale un Audi, que aunque sea alemán es seguro y fiable. Por eso te lo compraste tú, supongo.

    En cuanto al blog, interesante, por lo menos lo he leido con interés, pero (siempre hay algún pero...) a mi me duele mucho más GIPUZKOA Y DONOSTIA, y siento que amenaza la "depre".

    Pensaba que tú también, como buen donostiarra y gipuzkoano, estarias también en esta onda, pero te has ido más lejos...

    Anoche, viendo el partido Mirandés-Athletic pensaba en esto: no tenemos equipo, no tenemos Caja, y al final o al principio de todo, Donosti parado y del Territorio Histórico (¿se dice así?) qué te voy a contar.

    Pero, claro, la gestión del PNV guipuzcoano se mide en base a posiciones tácticas de si voy con el PP o PSOE, y a ver a quien le fastidio antes; al pueblo, lo que eufemísticamente llaman "los ciudadanos", que les parta un rayo.

    En fin, parafraseando a Casablanca, "siempre nos quedará Bizkaia, Urkullu, Jon Bilbao y Azkuna..." y de verdad que me jode porque creo que aquí somos capaces de hacerlo por lo menos tan bien como ellos pero faltan dirigentes con nivel y calidad. Y, si no, no tienes más que mirar a tu alrededor (aunque ya sé que en esto no compartes mi análisis y todavía no sé porqué). Como dice el Evangelio (texto de dificil lectura para ti) "por sus frutos les conoceréis"...

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  2. La verdad es que me gustaba más Upstairs, Downstairs, que es lo mismo que Downtown Abbey, solo que en versión urbana, la serie de hace 40 años cuando se traducían los títulos y en España se conoció como Arriba y Abajo. Está bien esa visión de los británicos, pero no estaría mal algo similar de los alemanes, de los franceses o de los vascos.

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