Desde
acto de piratería hasta justa reversión, la intervención de YPF ha sido
presentada y calificada de todas las maneras posibles. Vaya por delante que en
una confrontación virtual de las razones defendidas por el ideólogo económico
Alex Kicillof y las expuestas por el empresario Antonio Brufau, participo en
mayor medida de las tesis de este último, quien me impresionó en su convincente
comparecencia ante los medios a las pocas horas de hacerse pública la expropiación.
Estos
últimos meses, ¿estaba realmente Repsol buscando un comprador para su
participación en YPF? No he encontrado una respuesta clara a esta cuestión
clave desde la que valorar emocionalmente el impacto de la intervención
gubernamental. Por lo demás, exigir una reparación económica responde a la
lógica más elemental.
Una
lógica que suele verse gravemente afectada cuando planteamientos impecables
como el derecho a gestionar los recursos energéticos propios se distorsionan en
la euforia patriotera que tan mal se lleva con la argumentación reflexiva y
tanto daño le hace. La excitación con la que está viviendo Argentina esta
confrontación no ayuda a situar las cosas en su sitio.
Tampoco
ayuda, me lo hacen notar los amigos argentinos, el tono agresivo, faltón y
tabernario de algunos (desafortunadamente, muchos) columnistas y tertulianos
españoles. Totalmente cierto. Pero trato de explicarles que
barbaridades similares a las que dedican a Cristina Fernández ,
al viceministro Kicillof y hasta a la población en su conjunto no difieren
apenas de las que
dedicaban (y aún hoy insisten, venga o no a cuento) a Rodríguez Zapatero, sus
ministros y el electorado socialista.
Seguramente,
Argentina encontrará con facilidad un socio tecnológico para sustituir a Repsol
en YPF. Las empresas de este sector están acostumbradas a ofrecer servicios en
circunstancias atípicas y en entornos inestables e inciertos. Pero no es así en
otros sectores de actividad, en la mayoría de las principales empresas para las
que la seguridad jurídica es, por ejemplo, imprescindible.
Con
la expropiación de YPF, Argentina traspasa una línea muy peligrosa que,
seguramente, pasada la euforia patriótica de estos días, se hará sentir en el
futuro por falta de proyectos empresariales que requieren fiabilidad y
confianza, valores ausentes ahora en el escenario económico del país.
No
suele ser tan radical en sociedades menos explosivas que la argentina, pero en
todas partes se producen cambios en el modo de valorar las situaciones y se
modifican las opiniones. Lo que Cristina Fernández y su fallecido esposo expresaron (en
favor) sobre las privatizaciones de YPF responde a un momento histórico. El que
aún muy recientemente la Presidenta manifestara su satisfacción por la tarea
desempeñada por Repsol en su país no significaba un compromiso. Y es que el
olvido, lo decía Bioy Casares, corre más rápido que la historia.
Termino:
Claro que tiene derecho Argentina a recuperar una empresa clave en un sector
determinante como es el energético. Pero debería haberlo hecho anunciando y
pagando un justiprecio. Es lo
que espera y exige la comunidad económica mundial.
Muy bueno Xabier, totalmente de acuerdo y puedes trasladar a tus amigos argentinos que si le dieramos credibilidad a los tertulianos habituales por estos lares, hace años que nos hubieran fulminado a todos los que llevamos una "k" en nuestras entrañas...."
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