viernes, 25 de enero de 2013

PASTILLA

“Un hombre que se parecía a Orestes”, de Álvaro Cunqueiro, es una novela del fin de la adolescencia, de ese tiempo en el que las querencias literarias (como las de otro tipo, es cierto) están lejos de definirse. Puede ser que la leyera al mismo tiempo que “Rayuela”, de Cortázar, o tal vez de “La ciudad y los perros”, de Vargas Llosa, coetáneas las tres en mi experiencia lectora.

Por lo que sea (probablemente porque Ulises es mi personaje mitológico favorito y como Orestes pospone su regreso y su venganza), guardo una muy agradable memoria de la obra del autor gallego con la que mereció en 1968 el prestigioso Premio Nadal. Recuerdo en la novela, culta y divertida al tiempo, un pasaje, en la vuelta de Orestes cuando conversa con el barquero que le cruza la orilla.

El diálogo aproximado de los dos hombres era:
- Pregunta Orestes: ¿cuántos años crees que tengo?
- Unos cuarenta, más o menos, responde el barquero
- ¿Joven o viejo?
- Mientras sigas caminando serás joven; el día que dejes de hacerlo, aunque sea mañana, serás viejo.

Lo he recordado centenares de veces a lo largo de los años convencido, además, de lo cierto de la sentencia del barquero. Pero hoy, sin haberme detenido, he sentido por primera vez algo de eso que debe ser no sé si la vejez o es solo su proximidad. Después de desayunar he tomado una pequeña pastilla blanca prescrita por mi médico, que me acompañará cada mañana del resto de mi vida.

“Es para siempre”, me dijo ayer el galeno, lo que ratificaron la farmacéutica que me atendió y el prospecto que acompaña a la caja del “Tertensif” que me recetaron. No me queda duda de que cuando uno recibe esa sentencia de “para toda la vida” ha dejado muy atrás los tiempos en que fue joven.

Mi padre tiene 91 años y goza, afortunadamente, de una fortaleza y vitalidad envidiables. Cuando amigos y conocidos me preguntan por su salud no puedo evitar una precisión: “Y no toma ni una sola pastilla”. Me parece lo más de lo más, que dicen los chavales.

Si algún día retomase el mito de Orestes u otro similar en una novela que tal vez nunca escribiré, cuando para interesarse por su edad y estado le pusiera a hablar con el barquero, este le preguntaría: ¿Tomas alguna pastilla cada día?, para a continuación decretar: Mientras no tomes ninguna serás joven; el día en que empieces a tomar una, para siempre, aunque sea mañana, serás viejo.




No hay comentarios:

Publicar un comentario