“La paz
es el porvenir y lo otro pasó”. Son palabras de José Mujica, el presidente de
Uruguay, entrevistado para televisión (Los desayunos de TVE) cuando
recientemente visitó España. No recuerdo una entrevista que contenga tantas
enseñanzas como la protagonizada por este ex guerrillero tupamaro, receptor de
seis balazos, cuatro veces apresado, quince años en prisión, presidente de un
país de apenas 3,5 millones de habitantes que limita con dos colosos: Brasil y
Argentina; y con un océano, el Atlántico
.
Para
tratar de paliar ese efecto surgió, entre otros objetivos, este blog, aunque
tan lejos de ese propósito le haya ido llevando la deriva de la vida que
vivimos que le da título.
José
Mujica en tantas cosas atípico: sigue viviendo en su modesta casa de siempre,
alejado del relumbrón que acompaña a los altos empleos, con una austeridad que
no acepta sea tal: “prefiero sobriedad”, dice, es capaz de una afirmación tan
contundente como simple: “me equivoco, como cualquier hijo de vecino”. En boca
del primer mandatario de un país, solo esa rotunda frase justificaría traerle
hoy aquí.
Pertenece
Mujica a una generación que en Europa situamos con precisión alrededor de mayo
del 68, aunque en Latinoamérica las fechas están más difuminadas, una
generación que quiso cambiar el mundo: “Fui derrotado, aplastado, pulverizado”,
decía en la entrevista, para añadir: “pero sigo soñando con que vale la pena
luchar para que la gente viva mejor, con un sentimiento mayor de igualdad”
.
No es el
suyo un discurso convencional en casi nada. Habla, por ejemplo, de la
legalización de la marihuana que se plantea su gobierno: “el problema de la
marihuana es lo que hay atrás: el narcotráfico. Si la dejamos en la
clandestinidad le arreglamos el mercado”
.
Y nos
deja una reflexión impecable sobre el aborto. “¿Quién va a estar a favor del
aborto?”, se pregunta. “Nadie puede estar a favor del aborto como cuestión de
principio, pero hay un cuadro de mujeres que se ve obligado a tomar esa
decisión contra viento y marea por avatares de la vida. Y ese mundo vive en la
clandestinidad y lo explotan y se juega la vida y toma decisiones más allá de
las discusiones de principio que puedan tener políticos o filósofos. Toma
decisiones y ahí hay vidas que se pierden. Reconocer la existencia de este
hecho, ponerlo sobre la mesa legalizándolo, nos da la oportunidad de actuar
persuasivamente sobre la decisión de esa mujer (…) Lo otro es dejarlas aisladas
en el medio de su drama. Es hipócrita”.
Miremos
a los políticos de nuestro alrededor; desde los más inmediatos a los que están
más lejos y no encontraremos una línea discursiva comparable. Cómo no estar de
acuerdo con Mujica cuando afirma que son “los sucesos los que gobiernan a los
hombres, no los hombres los que gobiernan a los sucesos” o cuando recuerda que
“vivir mejor no solo es tener más, sino ser más feliz” y que “para vivir hay
que tener libertad y para tener libertad hay que tener tiempo”. ¡Qué hermosa
reivindicación de este bien escaso que es el tiempo!
Han
propuesto a José Mujica como candidato a Premio Nobel de la Paz, un
reconocimiento suficientemente prostituido como para que su posible concesión
sea utópica. “La paz se lleva dentro; el premio ya lo tengo”, responde cuando
le preguntan por esa posibilidad.
La paz
es una idea que sobrevuela el pensamiento de José Mujica: “La paz es porvenir y
lo otro pasó. Nadie te puede devolver lo que perdiste”. ¡Qué gran enseñanza para
todos nosotros, sobre todo los paisanos de sus ancestros, aquí y ahora!
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