Julia, la hija de Xabi y Amalia, ha pasado su primera noche entre nosotros. Nació ayer y me hizo abuelo feliz por segunda vez. No imaginaba un arranque de año tan luminoso y, deslumbrado, le doy la bienvenida.
Alguna vez he manifestado en este blog la admiración que siento por mis hijos como profesionales competentes y, sobre todo, personas de bien. Corresponde hoy explicitar un aspecto: me han hecho sentir muy próximo lo que representa la paternidad madurada, perseguida y responsable.
Su réplica a un comentario que hice tras la lectura del "Libertad" de Jonathan Franzen, en el que me manifestaba alineado con la tesis de la sostenibilidad demográfica del autor, me confirmó que Xabi iba muy en serio en el objetivo de ser padre. Ha tenido la gran fortuna de compartir vida y objetivo con Amalia. Desde este 5 de enero son, con Julia, tres.
Había sido el mismo Xabi quien me regaló "Libertad", que se presentaba como la mejor novela norteamericana del siglo (luego resulta no ser tanto). Bueno, en realidad, es el proveedor de la lectura más actual que llega a mi biblioteca y me será impagable que un día pusiera en mis manos "América, América" de Ethan Canin, una de las lecturas más impactantes de las que tengo memoria, desde luego la única novela que me ha dejado paralizado por la emoción.
De adolescente, Xabi recordaba con cierta frecuencia historias que yo le había contado de niño, particularmente relacionadas con la peripecia viajera de Ulyses, mi personaje mítico preferido. Estos últimos meses he vuelto sobre la Odisea y me doy cuenta que el objetivo no era otro que refrescar un relato que espero poder contar algunas noches a Julia. Y a Telmo, su primo.

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