jueves, 30 de junio de 2016

FRANQUISTAS


Francisco Franco (por si alguien no lo recuerda: el militar que se sublevó ante el gobierno republicano legalmente constituido en España en 1936, lo que provocó una guerra civil que se alargó por tres años y causó cientos de miles de muertos y millones de desplazados; el dictador que gobernó con mano de hierro durante 36 años y medio a la sociedad de los pueblos de España). Francisco Franco: “el sapo iscariote y ladrón” en definición de mi admirado León Felipe, en uniforme de campaña. Una imagen que circula profusamente estos días en las redes sociales.

Una leyenda acompaña a la imagen: Dice, aproximadamente, según versiones: “Si llego a saber lo tontos que sois, yo también hubiera hecho elecciones”. Es una más de las interpretaciones que se hacen de los resultados electorales del pasado domingo en los que el Partido Popular volvió a ganar, con más votos y más escaños de los que había logrado en diciembre pasado. Después de seis meses en que los escándalos en los que el PP se ve envuelto habían crecido hasta hacerse, aparentemente, insoportables. Con el nivel de corrupción más alto ya que el nudo de las corbatas de los principales implicados; alcanzada la cumbre del envilecimiento en la difusión de las conversaciones del ministro del Interior…

En este marco repite victoria y con mucha mayor ventaja el valedor de la deshonestidad política. Lo de Franco es una caricatura con más mala leche que ingenio, expresiva de lo difícil que resulta interpretar, dar una explicación plausible a un resultado electoral inesperado en su contundencia. Tal vez el “Brexit”.

La conmoción que la madrugada del viernes anterior sacudió a toda Europa con la decisión británica de abandonar la Unión Europea, el pánico que le acompañó en los mercados de todo el mundo y particularmente en el Ibex que sufrió mayor caída de su historia, pudieron hacer pensar a los electores que los experimentos mejor dejarlos para otra ocasión. Que había caos e incertidumbre suficientes para abrir nuevos frentes. El Brexit se conformaba así como el mejor aliado del establishment y el freno más poderoso a las propuestas alternativas.

El Brexit es lo más importante que le ha pasado a Europa en mucho tiempo. Puede ser el principio del fin (¿Quién será el siguiente? es la pregunta más inquietante que escuchamos estos días). Pero podría ser el punto de partida de una regeneración y un fortalecimiento de la idea europea. Como siempre, como en todas las cosas de la vida, la visión optimista frente a la pesimista. Y en medio, el Reino Unido.

Dicen los biempensantes que los británicos se arrepienten ya de la decisión que han adoptado, que no es para tanto, que en realidad podrían, con buena voluntad, seguir vinculados… Pero no, out es out con todas sus consecuencias. Y debe serlo de forma inmediata para no obstaculizar la necesaria refundación de la Unión Europea, una oportunidad que no debe dejarse pasar.

De las elecciones en España y también del referéndum británico escribía ayer un decadente escritor que me tomo la libertad de no nombrar para no ensuciar este blog. Llamaba idiotas a la mayoría de los británicos (por su voto en el referéndum) y calificaba  (por haber dado la mayoría en las elecciones a Podemos) como“las regiones más decadentes del país” a Cataluña y Euskadi. Bueno, decía “provincias vascongadas”, exactamente como las mentaban los franquistas, sí, los incondicionales de ese militar en uniforme de campaña cuya imagen circula estos días por las redes sociales.





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