jueves, 29 de diciembre de 2016

“PATRIA”


No recuerdo una frase memorable en el libro ni alguna reflexión extraordinariamente original o brillante y, sin embargo, he recomendado su lectura. Por comentarios posteriores sé que la recomendación ha sido escuchada y entre todos hemos constituido esa comunidad de la novela de la que todos hablan. Bien construida, de impecable factura, ‘Patria’, de Fernando Aramburu, es un pequeño acontecimiento editorial del que me congratulo y cuya evolución futura en mercados exteriores seguiré con atención.

Si nos interesan pequeñas historias locales ajenas, distantes, esas que nos cuentan autores como el afgano KhaledHosseini (‘Mil soles espléndidos’) o el colombiano Héctor Abad Faciolince (‘El olvido que seremos’), ¿por qué no habría de enganchar esta de ‘Patria’ a lectores igualmente lejanos del innombrado pueblo que es el origen de la historia?

A la universalización de ‘Patria’ puede frenarle el abuso de ciertos tópicos y estereotipos en los que nos reconocemos los ciudadanos locales. Los topicazos de que se alimentó la película ‘Ocho apellidos vascos’ fueron su trampolín en las taquillas de los cines de toda España; en el caso de la novela de Aramburu no lo tengo tan claro. Pudiera ser que donde los indígenas veamos estereotipos los foráneos vean personajes perfectamente trazados.

Bueno, de ninguna manera trato de poner en niveles comparables libro y film. A nadie recomendé ir al cine y a muchos he invitado a leer la novela. Que engancha desde la primera frase, que tiene una estructura ligera para leer con facilidad pero no es, pese a las proclamas de algunos entusiastas, la esperada “gran novela vasca” que no ha llegado aún

No estoy seguro de que el matriarcado en Euskadi sea tan poderoso y dominante como nos trata de hacer ver ‘Patria’ en las figuras de Bittori y Miren sobre todo de Miren. Y en las consecuencias que tiene en sus familias esa demoledora manifestación matriarcal: el hijo terrorista de Miren, el hijo médico borrachín de Bittori, dos expresiones de autodestrucción.

Hay otros tópicos notables como el del cura falso y felón, D. Serapio, el personaje más odioso del libro en opinión ampliamente compartida. Y hay tópicos ligeros como el de las vascas que salen de Euskadi, aunque como Nerea solo sea hasta Zaragoza, para soltarse el pelo.

Me detengo en ‘Patria’ por reciente (es de septiembre) y porque las otras lecturas de este 2016 que se acaba no me han dejado huella. Esperaba mucho, quizá demasiado, de ‘Ciudad en llamas’, la monumental ópera prima de Hallberg, de la que había oído maravillas. Y la segunda entrega de los ‘Diarios de Emilio Renzi’, aunque vuelve a deslumbrarme, no tiene ya el valor añadido de lo inesperado de la primera; eso sí, será el libro que me acompañe en la transición al nuevo año.


Es el momento, pero dudo que sea realista desear prosperidad en 2017, por razones obvias, pero la educación manda; como algunos tópicos. Sean felices.


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