Me quedé escuchando a Cafrune aunque alguna cosa más hice
en el acabado 2018.
A nadie aburriré con el ranking de los mejores viajes,
conciertos, canciones o lecturas del año. Ni siquiera con la clasificación de
los mejores vinos que probé: fueron muchos, alguno memorable.
Cuando empecé a publicar este hasta hoy abandonado blog
me proponía, básicamente, hacerme eco de esas noticias que, siendo importantes,
pasan inadvertidas en los medios.
Era, decía, el objetivo que casi nunca
cumplí. La dinámica de la vida que vivimos me llevó por otros derroteros. A
estas alturas, ¿vale la pena recordar a John Lennon?. “La vida es eso que nos
pasa mientras hacemos otros planes”, venía a decir el Beatle. Recordado queda.
Encuentro, sin embargo, la ocasión de retomar en cierto
modo los orígenes al analizar algunos de los numerosos balances que he leído,
visto y escuchado acerca de lo más importante que nos sucedió en 2018.
¡Cómo discutir la importancia de la revolución feminista
o la rebelión de los pensionistas!
¡Cómo ser ajenos a la invasión
ultraconservadora que nos rodea! ¡Cómo perder de vista el inminente Brexit o el
interminable conflicto en Catalunya! ¡Cómo ignorar los avisos que a diario nos
llegan sobre el cambio climático y el drama de la inmigración!
Vayamos unos años atrás de nuestra historia reciente.
Recuerdo una encuesta que protagonizábamos periodistas a los que se nos
preguntaba: ¿Cuál es la noticia que le gustaría dar o publicar? La inmensa
mayoría de los encuestados coincidíamos: “la desaparición de ETA”.
Final y afortunadamente, ETA se disolvió en 2018. En el
balance del pasado año cuesta encontrar este hecho entre los más relevantes.
Creo que era Bioy Casares quien decía que el olvido corre más rápido que la
historia. El balance que la mayoría de nuestros medios de comunicación hace de
2018 es la sublimación del olvido.
En esta transición de año me ha ocupado la lectura de un
libro, “Ordesa”, de Manuel Vilas, profundamente triste, inmensamente poético y
brillantemente escrito. En una de las reflexiones que deja “Ordesa” encuentro
una posible razón que explique la ignorancia, el silencio acerca de aquella
noticia que hace tan poco tiempo ansiábamos dar la mayoría de los periodistas:
“Se muere mejor si nadie sabe que estás vivo”.
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