PELIGRO
El acontecimiento del año se diluye en días y la noticia del siglo puede llegar a aguantar alguna semana. "La vida eterna solo dura un rato", cantaba Fito.
¡Qué efímero acaba resultando todo! Pero esto es solo la epidermis. Mientras nos entretenemos en sucesos puntuales que no dejan de ser eso, sucesos, por trascendentales que se nos presenten y nosotros adoptemos como tales, por el sistema circulatorio del cuerpo social viajan unas cargas de profundidad que se transforman en ideologías que, esas sí, encuentran asiento y cuando se manifiestan lo hacen para quedarse.
Pasa, nos pasa, con el fantasma que recorre nuestro mundo occidental y lo llaman, por ejemplo, el fin de la democracia. Y qué peligrosas esas profecías autocumplidas que tanto se dan en la economía pero no solo en ella.
No sé hasta qué punto somos conscientes de la transformación que viene produciéndose en nuestras sociedades. Admitimos, por ejemplo, que vivimos en la exaltación de los populismos (no importa tanto el signo) y en el enaltecimiento de los movimientos ultraconservadores.
Pero nos cuesta más ser conscientes de que la democracia, el sistema democrático está en peligro. Quizá sea este el motivo por el que no salimos en su defensa; de que aún sintiendo la amenaza, cada día mayor, ante nuestros ojos, sigamos sentados viéndola pasar.
Esa indiferencia, producto de una confianza desmedida en que la democracia está profundamente arraigada en nuestra sociedad nos desarma dialécticamente, nos deja a merced de quienes más vociferan y, más grave, invita a quedarnos en casa cuando nos llaman, por ejemplo, a votar: esta primavera, generales, primero; locales y europeas, a continuación.
Un terreno abonado a los excesos de algunas redes sociales que acaban constituyendo un auténtico peligro para la convivencia, desde el polo opuesto a la reflexión. Unas redes en la que se impone la voz más alta, el trazo de brocha más grueso. A ellas y más precisamente a Twitter, la herramienta preferida de Trump, de Putin y de Bolsonaro,entre otros, se refería hace unas semanas Moisés Naim: "En las redes no hay espacio, tiempo ni paciencia para los grises. Todo es muy blanco o muy negro, lo que favorece a los sectarios y dificulta los acuerdos".
En fin, quería compartir esta preocupación, convencido de que a la democracia la ponen tanto en peligro quienes desde el extremo tensan la cuerda como la indolencia de quienes debemos practicarla en todos los ámbitos que compartimos en nuestra sociedad. Pongámonos las pilas.
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