lunes, 19 de agosto de 2019
LEA
Desde este domingo 18 de agosto, Amalia y Xabi son responsables de la familia numerosa Zabaleta García. Alrededor de las siete de la tarde nacía Lea, su tercera hija, hermana de Julia y María.
La primera impresión de la recién nacida es que físicamente se parece mucho a las que le han precedido. Me gustaría que ese parecido alcanzara también al modo de ser que vienen mostrando durante más de cinco años y medio la primogénita, Julia y por tres años María, la hasta ahora pequeña, en adelante la segunda o la mediana. Ojalá Lea manifieste una curiosidad similar a la de sus hermanas por todo cuanto les rodea.
Lo de Xabi y Amalia casi suena a acto heroico en nuestro entorno de bajísima natalidad, en una sociedad en la que el relevo generacional parece haberse dejado en manos de otros. Es el suyo un desafío, un compromiso que va a implicarles sacrificios y renuncias. Trato de valorarlo y solo se me ocurre calificarlo de admirable.
¿Qué mundo espera a Lea? Hace mucho dejé de jugar a la prospectiva porque casi nunca se acierta y si el acierto casualmente se produce suele ser peor. Habrá que conformarse con manifestar un deseo, siquiera en términos de avance y retroceso. El deseo, más que la esperanza, de que se frene el cambio climático en favor de un planeta más amable; que se ponga freno a la amenaza de pérdida progresiva de libertades individuales y colectivas que tanto costó alcanzar.
Por ahí va el mundo que me gustaría contribuir a legar a la recién nacida. A Lea y a sus hermanas, como a sus primos Telmo y Juan, el repoker de mis nietos.
Nada más cierto que los hijos lo son de sus padres, que es de estos la responsabilidad. Pero es inevitable sentir que en alguna medida hay que compartirla. Bienvenida sea esa cuota de responsabilidad compartida. Por Lea, por sus dos hermanas y sus dos primos, desde esta visión de abuelo numeroso que vuelvo a celebrar.

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