miércoles, 22 de octubre de 2014

IGNORANCIA


Había sido una conferencia científica con motivo de conmemorar los 60 años de existencia del CERN. No había entendido prácticamente nada de lo que en ella se dijo pero salí encantado de la sala. Debe ser la poética de la ignorancia, pensé; y hasta lo dije a alguien en esos mismos términos.

Aquello fue un martes. El sábado, al término de un recital de piano de Elisabeth Leonskaja, advertí que seguía encantado, además de emocionado y que abandonaba la sala instalado todavía (u otra vez) en la poética de la ignorancia. Muy diferente, pero ignorancia al fin y al cabo.

En la conferencia científica lamenté muy pronto mi escasa diligencia en las clases de física del colegio, de las que apenas recuerdo algún nombre, algún enunciado. Hasta me costó asimilar el tamaño del átomo que el conferenciante expresaba muy gráficamente con el 1 precedido de nueve (puede que fueran diez) ceros.

Advertí que lo único que entendía era aquello que los medios de comunicación habían vulgarizado: la constatación de la existencia de la “Partícula de Higgs”, popularizada como la “partícula de Dios”, lograda precisamente en un acelerador del CERN; y el error acerca de la velocidad de los neutrinos por el que algunos científicos se habían apresurado a tratar de derribar la teoría de la relatividad de Einstein.

Elisabeth Leonskaja, georgiana de origen ruso a la que describen como “la última gran dama de la escuela soviética”, puso energía y pasión en cantidades inconmensurables durante más de 60 minutos sola en el escenario ante el piano, sin partituras, con todas las notas en su cabeza. Fue impresionante la interpretación que hizo de “La Tempestad” del gran Beethoven.

Hace casi 20 años que tenemos un piano en casa. Nunca me he pillado la mano con la tapa porque nunca lo he abierto; no he cedido a la tentación de tocar una tecla, ni negra ni blanca. En mi tiempo escolar la música no era obligatoria. Sí lo era la física; ya les he adelantado con qué resultado.

No puedo decir, como el poeta británico Samuel Taylor en 1802, que voy a conferencias científicas (y recitales de piano) para “enriquecer mis provisiones de metáforas”. Pero podría haber sido así. Ciencia, música y poesía comparten unos vasos comunicantes que están poco explorados pero yo creo bastante reales.

No es la opinión, desde luego, de quien con mucha mayor autoridad que yo denunciaba “las nefastas consecuencias de que Ciencias y Humanidades hayan caminado, durante demasiado tiempo, cada una por su lado” y lamentaba que “los puentes levadizos entre ambas modalidades del saber estén fuera de servicio” (Charles Percy Snow, en 1962).

Personaje interesante este físico y novelista inglés que alcanzó la cumbre de la fama tras una conferencia que pronunció en 1959 en la Universidad de Cambridge sobre cuyo contenido volveré algún día. Decía Snow que cuando los no científicos se burlaban de científicos que no habían leído literatura interesante desafiaba a los primeros a enunciar el segundo principio de la termodinámica.

Cuando supe del desafío (no en 1959 sino 50 años después) aprendí el principio y estoy en condiciones de enunciarlo en su versión resumida, venga o no a cuento. De termodinámica y su relación con la entropía también se habló en la conferencia del otro martes; y estuve cerca de pillarlo.


Vuelvo al origen de estas reflexiones. Me alegró conocer dos datos: que crece la demanda de científicos para venir a investigar en San Sebastián, según se afirmó en un acto; que la pianista Leonskaja ha decidido fijar su residencia en Donostia, comentaron tras el segundo. Me ayudan a la repetir que la poesía nos hace mejores; como personas y como sociedad.

                                El Gran Colisionador de Hadrones (CERN)

1 comentario:

  1. Hombre... nadie ha dicho que "ha decidido fijar su residencia en Donostia" eh... Es mejor dejar que los rumores desaparezcan por sí...

    Pero gracias por compartir las reflexiones... Buen fin de semana! Irás al recital de cámara mañana?

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