miércoles, 28 de octubre de 2015

CONSPIRACIÓN


Aquí, en Euskadi, hemos repetido hasta el aburrimiento la célebre sentencia de Joyce en París, harto de que una y otra vez fuera Irlanda el eje de las conversaciones de las que participaba. “Ya que no podemos cambiar de país, cambiemos al menos de conversación”, decía.

Y nosotros, algunos al menos, aburridos de hablar tantos años de nosotros mismos, de nuestro problema, irritados los ombligos de tanto sobarlos, recurríamos a Joyce. Aunque pocas veces conseguíamos cambiar el curso de las conversaciones.

Supongo que en estos meses serán muchos los catalanes que estén suspirando por variar de parloteo. El conflicto, afortunadamente pacífico, de Catalunya, lo invade todo; no solo de puertas adentro, pues es demasiado importante para que en el exterior inmediato permanezcamos ajenos.

Y con parecida curiosidad e interés con la que tantas veces me han interpelado acerca de la situación en Euskadi, pregunto ahora por Catalunya. Y me encuentro con una conclusión a la que yo mismo recurrí cuando nuestra situación empezó a ser menos tensa: “Si crees que entiendes lo que pasa, es que te lo han explicado mal”. ¿Ironía? Con la ironía empieza la libertad, decía Víctor Hugo.

El problema es que deseo, cada vez con más pasión, que me expliquen mal los conflictos que nos rodean, los conflictos con los que nos toca convivir para creer que entiendo lo que pasa en ellos, convencido como estoy de que cada vez los entiendo menos.

Siria es hoy el paradigma de la transformación a la que se enfrenta nuestra sociedad. Por el enfrentamiento que sufre, también; sobre todo, por cuanto le rodea, lo que importa y lo que exporta. Importa ejércitos de todo pelaje y procedencia y con ello cantidades ingentes de carros de combate, aviones y barcos con sus correspondientes arsenales de metralla, bombas y misiles. Una carga imposible de absorber.

Exporta niños, mujeres y hombres en número descomunal, que buscan refugio en destinos donde no todos los que podrían dárselo están dispuestos a hacerlo.

Miro a Siria y ni siquiera el viejo proverbio árabe de que el enemigo de mi enemigo es mi amigo ayuda a comprender lo que pasa. Aunque el axioma, repito, árabe, sea cierto porque no hay más que mirar a Bashar al-Asad: de obstáculo a eliminar se convierte en aliado imprescindible para frenar al Estado Islámico. ¿Será cierto, como decía Schlegel, que la filosofía es la auténtica patria de la ironía?

Donde no hay ironía, aunque puede haber burla, es en las teorías de la conspiración con las que se trataría de interpretar enfrentamientos y posturas encontradas. Teorías que hoy inundan las redes sociales, pero que no son invento reciente aunque cada vez, eso sí, tienen más adeptos.

Creer en las conspiraciones como origen de cualquier conflicto ahorra el esfuerzo intelectual de tratar honestamente de averiguar cuál puede ser la causa, cuál la razón de supervivencia del problema, cuál el futuro que espera al enfrentamiento y a quienes lo padecen.

Poco importa el nivel de disparate al que se recurra; aparentemente no tiene consecuencias apreciables, resulta cómodo, muy cómodo y hasta tiene efectos balsámicos.

Vuelvo indirectamente al inicio, a cuando “el tema vasco” nos ocupaba sin tregua y tratábamos de aferrarnos a cualquier explicación, que no ayudaba al análisis pero nos tranquilizaba por un tiempo. Gente que tenía por muy seria y seguramente lo era en el desempeño profesional afirmaba, por ejemplo, que en la cúpula de ETA lo que había era infiltrados del ministerio del Interior español; o que el jefe auténtico de ETA se movía por Bilbao, donde tenía su base, con traje, corbata y un maletín. No creo que las creyéramos pero nos hacía bien admitir la posibilidad. Todas las alternativas debían parecernos peores.

Las teorías de la conspiración son parte importante de las especulaciones que acompañan a la polémica en torno a Catalunya y su proceso hacia la independencia. ¡Y qué decir de la guerra de Siria! Pienso que no es necesario recordar ninguna de las muchas teorías conspirativas que tratan de explicar la gran tragedia de nuestro tiempo, porque cada lector tendrá muy viva alguna en su memoria reciente; hoy, ayer, el fin de semana.

Me molestan los atajos que ahorran la reflexión y desprecio como ninguna la conspiración como medio de interpretar los hechos. Por favor, no ahorremos en este esfuerzo, no demos pábulo a cualquier teoría que nos llegue sin meditarlo aunque sea un poco.

1 comentario:

  1. Bastante bueno; muy filosófico pero CERTERO!

    El refugio de la "conspiración" es bien cierto.
    Pero la via rápida: cargarse al ARAFAT" seria más eficaz ... no hubiese sido mejor cargarse al Hitler y a "otros"? quizás es poco reflexivo y ético pero Hussein "se fue" y.... Hay cosas que no tienen arreglo si no se extirpa el tumor...

    Lo siento Recaredo no da para más... filosofías profundas...

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